- Autor, Redacción
- Título del autor, BBC Mundo
Sus actividades son criminales pero sin embargo sus organizaciones no son ilegales. De hecho, los distintos grupos que forman la Yakuza, la mafia japonesa, tienen oficinas, números telefónicos registrados y tarjetas de visita.
Ahora, la policía japonesa los observa de cerca.
Son días de agitación tras la escisión que se produjo este fin de semana en el seno del Yamaguchi-gumi, el sindicato más grande y poderoso de la Yakuza.
¿Qué está pasando en el mundo del crimen organizado japonés?
Expulsión por deslealtad
Miles de miembros del grupo Yamaguchi-gumi fueron expulsados bajo acusación de deslealtad hacia el líder, Shinobu Tsukasa.
Los jefes de las 13 facciones escindidas celebraron su primera reunión formal el fin de semana en la ciudad porteña de Kobe, en la costa oeste del país.
Medios japoneses dijeron que el nuevo grupo será liderado por Kunio Inoue, de 67 años, jefe del Yamaken-gumi, una de las secciones expulsadas.
Además, la agencia japonesa Kyodo News informó que el nuevo grupo se llamará "Yamaguchi-gumi de Kobe" y continuará usando el logotipo de la banda, algo que probablemente aumentará la tensión entre los dos grupos.
Se calcula que el grupo rival tendrá unos 3.000 miembros, muchos menos que los más de 23.000 integrantes del Yamaguchi-gumi, pero a pesar de la diferencia de tamaño, las autoridades están en alerta porque se teme que lleguen tiempos de enfrentamientos, ajustes de cuentas y batallas por el control de territorio
Una organización criminal con historia
El nombre Yakuza se deriva de los números 8, 9 y 3, que en japonés representan una mala jugada en las cartas, y su origen se remonta al siglo XVII.
De forma similar a la mafia italiana y el crimen organizado chino, los grupos de la Yakuza están involucrados en todo tipo de delitos desde apuestas, drogas y prostitución hasta usura, redes de extorsión y crímenes de guante blanco.
Pero, a diferencia de sus socios extranjeros, los yakuza no son ilegales y cada uno de los grupos tiene su propia sede.
La organización de los grupos yakuza recuerda a la de una familia, generándose lazos paterno-filiales entre sus miembros.
Quien desobedece o se sale de la línea que marca el grupo, se expone a que se le corte un dedo, al estilo de los samuráis, que tenían ése como uno de sus principales castigos para que los guerreros no pudieran sujetar las armas con la misma soltura tras la amputación.
Otra característica de los yakuza son los tatuajes, tanto es así que en la sociedad japonesa está mal visto tener el cuerpo tatuado por la asociación con el crimen.
No hay cifras oficiales de miembros totales que conforman la Yakuza, las fuentes más conservadoras hablan de 60.000 personas y otros hablan de casi 80.000.
En cualquier caso, lo que nadie discute es que el grupo Yamaguchi-gumi, con Shinobu Tsukasa como líder desde hace una década, es el más numeroso y el más temible.
En los años 70, Tsukasa pasó 13 años en la cárcel por matar a un rival con una espada samurái.
Fundado en Kobe por un expescador en 1915, el Yamaguchi-gumi opera en todas las prefecturas japonesas excepto en tres.
Violencia en los 80
Los sucesos de los últimos días no son inesperados.
Recientemente aumentaron las críticas hacia el líder Tsukasa por un supuesto trato preferencial a los miembros del Kodo-kai, facción con sede en la ciudad de Nagoya que el propio Tsukasa fundó en 1984.
Se rumoreaba que el Yamaguchi-gumi iba a marcar su 100 aniversario cortando lazos con 13 de las 72 facciones, lo que hizo saltar las alarmas de una violenta lucha de poder.
La policía japonesa ordenó una vigilancia nacional y se convocó una reunión de emergencia a la que acudieron agentes especiales de las 47 prefecturas del país.
En la memoria persiste el recuerdo del derramameinto de sangre tras una escisión similar en 1984.
En los tres años siguientes hubo al menos 25 muertos, más de 70 personas resultaron heridas, incluyendo tres sin relación con las bandas, y la policía arrestó a cientos de personas.
Para evitar que se repita algo parecido, los agentes de seguridad están registrando las oficinas del Yamaguchi-gumi y las casas de sus miembros.
El portavoz del gobierno japonés, Yoshihide Suga, dijo que la escisión es una ocasión para debilitar más el arraigo de los sindicatos del crimen en la sociedad japonesa.